He aprendido mucho en la granja. Hice un curso de avicultura sobre las aves, de alevinos para manejar pescados.

- María Olivia.

Yo Soy María Olivia. Sí a uno le nace, uno puede.

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Vivo en el municipio de la plata, Huila. Hago parte de la asociación  Asmequidad que nació en el 2008. También hago parte de la asociación de cafeteras. Me dedico a cultivar café, plátano, frijol, yuca, arracacha. En artesanía, trabajo en guadua, platos. Hago la figura de un toro, un caballo. En greda también, he hecho mulitas. También tejo sabanas con crochet.

Después de muchas dificultades, ya tengo donde vivir con mi hijo. Tenemos luz, que sacamos con cables de la casa de un vecino aunque me llega con fuerza. Para sacar la cosecha, me toca ir donde mi papá que tiene una máquina para hacer el pepeo. El café está muy bonito. Tengo para randiar, pero no he podido hacerlo porque está lloviendo mucho. Me toca coger el machete porque todavía no tengo toda la maquinaria. Sin embargo, mi vida ha cambiado mucho ya que trabajo cuando quiero. Algunas mujeres me critican y dicen que tengo plata, que tengo finca, pero todo lo conseguí con esfuerzo propio. Todo esto es el esfuerzo mío y de mi hijo. Mi familia paterna vivía en la vereda Porvenir que queda muy cerca de la frontera entre el Huila y el Cauca. Para hacer el mercado, tocaba ir a la vereda Santa Leticia que eran 6 horas cargando al hombro porque no había ni animales. Fuimos 10 hermanos: uno murió, otro es discapacitado. Viví con mi compañero de 1976 a 1995. La vida me ha cambiado desde que me separé porque si no me hubiese ido del lado del compañero que tenía, no estuviese contando la historia. Él llegaba a darme con un machete, me tiraba con un cuchillo. Hasta una herida tengo en el pecho que él me hizo. Un día abrí los ojos y me fui. Me dije que podía salir adelante con un hijo. Otro de mis hijos se lo dejé a la abuela y los demás ya salían a trabajar para sostenerse. Pensé que sería pecado dejarlos, pero decidí irme. Les dije que cuando tuviera donde llevármelos, regresaba por ellos. Cuando regresé por mi otro hijo, el papá no me lo dejó llevar. De hecho, fue a quitarme el hijo que estaba conmigo, pero no me lo dejé quitar. Hoy, ese es el hijo que me acompaña. Estuve en varias fincas trabajando de mayordoma. Me tocaba ordeñar hasta 38 vacas a pura mano. Me paraba a las 3 de la mañana y me tocaba manejar una zorra. Cuando me aburrí de eso, me fui para el campo, para Bélgica, donde vivo ahorita. Pero no tenía ni tierra, ni nada. Me fui para donde una tía, quien me pidió de irme para allá a sembrar con ella porque estaba viejita. Dejé a mi hijo con mi mamá y le dejaba el mercado, para que fuera a estudiar porque desde arriba donde yo estaba le quedaba lejos. Él estudió hasta el 6to año en San Vicente. En esa finca dure trabajando 5 años y me tocaba mirar el ganado. Después que mi tía vendió la finca, la compró un cabildo, por el cual trabajé cinco años y nunca me pagaron. Cuando les cobré y exigí mis derechos, me echaron. Arrendé una casita en Bélgica para no estar viviendo siempre donde mi mamá. Ya hacía parte de la organización donde estoy ahorita que es Asmequidad. Ya había estado en las reuniones con la doctora Yolima, la doctora Kelly y el doctor Carlos. Me mandaron a llamar y preparé la comida para toda la gente que fue a esa reunión. De allí, me contrataron para que me viniera para la granja. La doctora Yolima había arrendado una finca para todas las mujeres que fuimos de Asmequidad. Me pagaban un sueldo que no era mucho. Como no tenía marido y no tenía donde irme, a mí me servía ese trabajo. Así estuve trabajando con Asmequidad hasta que tuvieron que entregar la finca. La doctora Yolima había hablado con Javier del SENA e hicieron un convenio para que siguiera trabajando ahí. Ya me iban a pagar un mejor sueldo. Allí duré casi 3 años. Cuando dejé de trabajar en esta finca, ya dejé de trabajar de mayordoma. Me fui para Bélgica donde me habían ofrecido un pedazo de tierra: fui y lo mire. No tenía plata, pero estaba esperando la respuesta de la denuncia que le hice al Cabildo por no pagarme durando 5 años de trabajo. Finalmente, me pagaron una parte y con eso hice el negocio de la tierra que tengo ahorita. Después, hice un préstamo al banco que estoy pagando todavía. Ya casi lo he pagado completamente. He pagado 14 millones y ya solo debo un millón quinientos. Compré solo tierra y monte. El señor que me vendió me dijo que había un semillero de café pero eso no me sirvió. Me dijo que había acueducto pero era mentira y no tenía agua. Estudié hasta segundo de primaria. He aprendido mucho en la granja. Hice un curso de avicultura sobre las aves, de alevinos para manejar pescados. Después empecé a estudiar para hacer artesanías en guadua que he vendido y he dejado algunas artesanías en nuestra tienda de café. Desde que entre a la organización, he aprendido mucho. También hice el curso de bebida del café aunque no lo pude terminar. Con el SENA, me capacité sobre la crianza de animales y los productos orgánicos. No me gusta cortar los árboles. Al contrario, quiero sembrar árboles a la orilla de la carretera. También estoy en contra de quemar las tierras. Protegemos la quebrada que pasa por nuestra finca. Muchas mujeres no realizan sus sueños porque aceptan lo que el marido diga, él siembra y vende, solamente van al pueblo cuando el marido las quiere llevar. Solamente tienen plata cuando sus maridos les quieren dar y ellas no manejan un peso. Veo algunas mujeres en mi comunidad en esta situación porque sus maridos son los que están a cargo de los gastos de la casa. Ellos compran el mercado y se van a tomar. Si ellas les reclaman, ellos les dicen que la plata es de ellos. Además, muchas mujeres son humilladas por sus maridos. Nosotras no necesitamos de un hombre al lado para salir adelante. Podemos hacerlo solas. Si a uno le nace, uno puede. Gracias a Dios desde que dejé al papá de mis hijos, yo empecé a manejar mi plática. Yo mando en mi plata y nadie tiene que decirme nada. Siempre me han reconocido como una persona honrada. Sueño con arreglar mi casa, hacer un beneficiadero y comprar una despulpadora. Me gustaría ayudar a las mujeres madres cabezas de hogar. Siempre animo a las mujeres de mi comunidad, sean casadas o no, a vender el café que cultivan. También las aliento a unirse a alguna organización porque ahí he adquirido mucha experiencia y conocimientos sobre mis derechos. Me he encontrado con más mujeres donde he aprendido de sus saberes. Algunas mujeres quieren participar pero nos dicen que sus maridos no las dejan ir.

María Olivia Areas Quilindo.

 

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